Hace unos años, una comisión de Naciones Unidas decidió estudiar a fondo la proliferación del trabajo sexual en diferentes países del mundo. Un tema delicado, ya que en muchos de ellos este oficio está criminalizado y prohibido. Los datos son muy vagos y seguramente haya que extrapolarlos a cifras mucho mayores, porque es imposible conocer al detalle toda la información acerca de este negocio. Las conclusiones del informe eran devastadoras. En el mundo hay millones de personas que se dedican a la prostitución, de manera forzada o libre, aunque este último punto era bastante relativo. Y es que la mayoría eran mujeres en una situación de extrema necesidad, que ofrecían sus servicios sexuales como único medio para sobrevivir. La prostitución está extendida por todo el mundo, pero hay algunos países donde su presencia es mayor, o está más asimilada en la sociedad. El informe daba tres nombres: Puerto Rico, Tailandia y España.
A muchos les sorprendía encontrar a un país europeo y desarrollado en esa lista, pero al conocer los datos, no había lugar a dudas. España es la nación europea donde más sexo se consume, con mucha diferencia además con respecto al resto de países de la zona. Casi el 40% de los hombres encuestados de manera anónima aseguraban haber pagado por sexo alguna vez. La situación de la prostitución en el país ibérico es cuanto menos extraña, ya que no está regularizada, pero tampoco penada. Esto ha provocado que las prostitutas hayan podido trabajar, siempre en la sombra, pero de manera habitual en España. De hecho, la mayoría de ellas hacían la calle, en lugares muy conocidos de las grandes ciudades, o trabajaban en burdeles y prostíbulos. Siguen quedando muchos de estos en las carreteras españolas, disfrazados de bares o clubs de copas. Y es que son muchos los que todavía quieren disfrutar de un poco de sexo profesional, ya sea en largas travesías por carretera, o en simples escapadas de fin de semana. Los datos arrojados por el informe de la ONU dejaban a España como uno de los lugares del mundo donde más sexo de pago se consumía, y las cosas no han cambiado demasiado en los últimos tiempos.
La difusa situación de la prostitución
El sexo de pago siempre ha sido un tema muy polémico y peliagudo, lleno de tabúes, que casi nunca se ha tratado de frente. Se ha intentado tapar la prostitución a toda costa, e incluso prohibirla en muchos lugares y momentos, pero al final siempre ha encontrado la manera de sobrevivir. Mientras haya un solo hombre que pague por tener sexo con una mujer, la prostitución seguirá existiendo. Cambiarán las formas, los lugares, pero este oficio, casi tan antiguo como la propia humanidad, se seguirá dando en casi todos los rincones del planeta. Aun así, la intención de los gobernantes de muchos países, incluida España, es abolir la prostitución y prohibir por todos los medios el pago de dinero por sexo, al considerarlo un crimen discriminatorio y vejatorio.
Actualmente, la prostitución tiene un estatus alegal en España. Esto significa que no es un oficio legal, es decir, que no está regulado, pero tampoco está prohibido per se en las leyes. Una mujer puede dedicarse a la prostitución, pero no puede hacer publicidad de sus servicios, por ejemplo, ni trabajar en zonas cercanas a colegios o centros públicos. Los municipios han contado con la potestad de crear leyes concretascontra la prostitución, sacándola de las calles. Pero eso no ha impedido que las prostitutas sigan pudiendo contactar con los clientes a través de las nuevas tecnologías, por ejemplo, o trabajando en locales de alterne. Estos sitios sí que son legales en España, aunque sus dueños no pueden contratar a prostitutas ni lucrarse directamente por sus servicios.
Prostíbulos y burdeles por todo el país
Cualquier persona que haya visitado España y haya viajado por sus carreteras se habrá topado con ellos. Son bares y clubs al borde de la calzada, en muchas ocasiones con luces de neón a las puertas. Se identifican perfectamente, también por sus nombres, que suelen ser sugerentes. Según los últimos datos, hay más de mil prostíbulos todavía en España, en esas carreteras tanto principales como secundarias. Y sorprende el dato, porque siendo este oficio algo alegal en el país, su proliferación es absoluta. No estamos contando tampoco los clubes de ciudad, que son también muy numerosos, y suelen estar a las afueras, en zonas como polígonos. No son difíciles de encontrar, e incluso en Internet podemos hallar listas de este tipo de lugares, por si queremos acercarnos a alguno. Hay, de hecho, rutas de prostíbulos en muchas regiones españolas, donde podemos encontrar varios en pocos kilómetros.
Lo usual es que estos locales sirvan copas, cócteles y todo tipo de bebidas como negocio principal. Se publicitan como clubs o salas de fiestas privadas, para grupos de amigos y demás. Existen también algunos locales donde se dan shows de striptease, algo que ya nos deja ver el sentido morboso del negocio. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata solo de bares donde cuentan con una trastienda o un piso superior con habitaciones. Es allí donde las chicas llevan a cabo sus servicios con los clientes, mientras el dueño no tiene nada que ver con ese trato. Usualmente, lo que se hace es alquilar ese espacio, la habitación, por una hora. Esto no es ilegal, porque lo que ocurra allí dentro ya no es asunto del dueño del local, que no se lucra directamente de los servicios de la chica. Es la típica picaresca española para superar la prohibición de la prostitución como trabajo reglado.
Qué dice la ley sobre estos establecimientos
Como ya avanzábamos al principio, la ley suele ser bastante difusa a este respecto. La situación de alegalidad del sexo de pago ha provocado que se busquen alternativas para poder llevarlo a cabo con garantías. De hecho, no se prohíbe la prostitución en sí, pero si el proxenetismo, es decir, el utilizar a una chica o a un chico para ganar dinero a costa de sus servicios sexuales. Eso no está permitido, pero por otra parte, alquilar una habitación en un local cualquiera no va contra la ley. El dueño de ese negocio recibe un dinero por ceder un espacio, como si lo hiciera en un salón para una reunión de una asociación cualquiera.
Lo que ocurra dentro de la habitación ya es cosa de las personas que han pagado por ella, no del dueño. Es por eso que muchos de estos burdeles siguen todavía activos, siempre y cuando se mantenga este sistema. El problema viene cuando en muchos de ellos, las chicas están obligadas a prostituirse y sí que deben pagar una tarifa al dueño por trabajar allí. Esto sí que sería ilegal a todas luces y conllevaría una gran multa, así como el cierre del local e incluso posibilidad de penas de cárcel por extorsión o trata de personas. ¿Cómo distinguir a unos burdeles de otros? Lo cierto es que resulta complicado, por no decir imposible. Las chicas que trabajan en esta última modalidad tampoco tienen muchas opciones para ir en contra de sus proxenetas, así que se dedican, tristemente, solo a trabajar. Los cuerpos de seguridad lo saben, pero si no hay pruebas de trato sexual, poco se puede hacer.